El relleno fluido es definido como un material autocompactante de baja resistencia, su principal uso es como sustituto del relleno granular compactado en trabajos de relleno económico.
Surge de una mezcla entre cemento, agua, arena, agregado y aditivos que posee características de gran trabajabilidad.
No es concreto y tampoco es un reemplazo de este, sin embargo, su manufacturación y los controles de calidad que atraviesa son iguales a los del concreto premezclado.
La principal recomendación, antes de producirlo, es realizar las debidas pruebas del diseño de mezcla, y así hacer los ajustes pertinentes. Es una alternativa ante cualquier obra donde se requiere rellenar con material estable.
La mayoría de las veces no requiere aplicación en capas, ni compactación o curado, es por esto por lo que el relleno fluido simplifica el proceso de construcción, ya que cubrirá, como lo haría un líquido, todos los lugares donde se vierta. Esto equivale a velocidad, limpieza y facilidad. Su capacidad de resistencia al fuego, cortes, perforaciones, etc, es muy buena debida a su contracción mínima.
En contraste con los suelos granulares, el relleno fluido puede ser bombeado a grandes distancias sin perder sus particularidades originales para las que fue diseñado. Se considera que la contracción que puede llegar a tener es insignificante por su bajo contenido de agua. Su tiempo de endurecimiento puede considerarse normal en comparación con otros materiales cementantes similares: en condiciones normales, puede tomar de tres a cinco horas.
La característica propia de trabajabilidad en este concreto se logra debido a la justa combinación de cemento, aditivos químicos y la precisa selección de los agregados como la grava y arena.
Debe tomarse en cuenta que este material no está diseñado para resistir la acción de esfuerzos erosivos o abrasivos, ni la acción de químicos altamente agresivos.